El ascensor es uno de los servicios más utilizados y, al mismo tiempo, uno de los más olvidados en muchas comunidades de vecinos. Día tras día, sube y baja sin descanso, transportando personas, mascotas, carritos y compras, pero rara vez se le presta la atención que merece… hasta que se estropea.
Mantenerlo en buen estado no solo garantiza la comodidad, sino también la seguridad y la vida útil del equipo. Sin embargo, existen errores muy frecuentes que las comunidades cometen en el mantenimiento de sus ascensores.
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Una de las prácticas más comunes (y peligrosas) es posponer las revisiones obligatorias. Ya sea por falta de tiempo o por querer ahorrar, muchas comunidades dejan pasar las inspecciones sin saber que esto puede acarrear consecuencias graves.
Además de aumentar el riesgo de averías, no cumplir con la normativa puede conllevar sanciones. Las revisiones no son un mero trámite: permiten detectar fallos antes de que se conviertan en un problema serio o costoso.
Otro error habitual es ignorar las señales de advertencia. Un ruido poco habitual, una puerta que se cierra con lentitud o una vibración extra son síntomas de que algo no va bien. Esperar a que el ascensor “se rompa del todo” solo encarece la reparación y puede suponer un riesgo para los usuarios. Ante cualquier anomalía, lo mejor es avisar cuanto antes al servicio técnico para evitar males mayores.