Los ascensores forman parte del día a día en la vida de prácticamente todas las personas. Los usamos en nuestras viviendas, en el trabajo, en centros comerciales y en diferentes edificios. Sin embargo, existe un sector de la población que no ve con tan buenos ojos a los elevadores.
En la mayoría de casos, detrás del miedo a los ascensores se esconden dos fobias muy conocidas: la claustrofobia y la acrofobia. Es decir, el miedo a los espacios cerrados o muy reducidos; y el miedo a las alturas, respectivamente.
Estas dos fobias suelen ser las protagonistas cuando una persona se siente desubicada en el momento de tener que subir a un ascensor o, incluso, cuando es incapaz de hacerlo. A ello le sumamos el temor irracional a que el elevador tenga algún fallo técnico y la persona pueda quedarse encerrada en él.
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Síntomas
Normalmente, los síntomas se empiezan a notar desde que se da el primer paso al subir al ascensor, pero también se pueden notar cuando el ascensor comienza a ascender. En ambos casos, la persona afectada notará un nerviosismo descontrolado, ansiedad o pánico, que puede llegar a provocar hiperventilación, sensación de falta de aire, mareos, sudoración o hasta taquicardia. Todo ello sumado a pensamientos irracionales acerca de la tragedia que pudiera ocurrir en caso de que el ascensor falle. Convirtiendo así un acto cotidiano como lo es subir a un ascensor, en una situación complicada para la persona que sufre de estos síntomas.